Cuento: El último Sueño de Gastón

Oscar García Paredes

-Pero, papá, de verdad vas a estar bien?

Gastón levantó la vista de una revista que simulaba estar leyendo, y por encima de sus anteojos miró a su hijo, se acomodó la naricera del oxígeno que tenía puesta en sus fosas nasales, y se demoró un poco en contestar:

-Pero hijo, si te he dicho varias veces que voy a estar bien, anda tranquilo a tu viaje, lo tienes programado desde hace tiempo y no lo puedes perder ahora, y anda con tu señora, para que lo pases muy bien.
Observó de reojo como su hijo lo miraba atentamente, varias veces le había comentado que así, con los anteojos casi sobre la punta de la nariz, y mirando por arriba, pues los usaba solo para leer, se parecía mucho a Bielsa, el entrenador de fútbol. Cosa que obviamente estaba -influenciada por el cariño de un hijo a su padre, pero la vanidad que acompaña a todos hasta el final, hacía que le gustara cuando hacían esecomentario.

Trató de que no se notaran en sus ojos un fulgor de regocijo que delatara su estado interior, pues ya llevaba varios meses postrado en cama, dependiente del oxígeno, y solo se levantaba a duras penas para ir al baño, y el viaje de su hijo era lo que estaba esperando para sus planes. No iba a ser fácil, se quedaba acompañado de una señora que lo cuidaba todos los días, para hacer más llevadera su insufrible vida, según su parecer, aunque todos los que habitaban la casa trataban de hacerle diariamente la vida lo más alegre posible.

Pero Gastón pensaba que ya no había más que esperar de la vida, estaba en los ochenta y cinco, y su Ьltima enfermedad lo tenía con una insuficiencia respiratoria, que lo hacía dependiente del oxígeno, y le impedía poder llevar una vida normal, como hubiera querido, entonces se sentía como muchos enfermos en su condición, vegetando y esperando la muerte, que podía llegar en cualquier momento de la mano de una neumonía, o un accidente vascular, o una crisis hipertensiva, y para evitar todo eso tomaba una regular cantidad de medicamentos, en forma rigurosa y anotándolos en una bitácora diaria para que todos estuvieran tranquilos y no necesitaran estar asegurándose de que no cumpliera sus tratamientos.

Pero la “Parca” no hacía atisbo de asomarse ni de anunciarse, y ya llevaba mucho tiempo en estas condiciones, Gastón pensaba en lo bello que sería descansar de su actualmente fatigosa vida, aliviando al mismo tiempo a quienes amorosamente lo cuidaban, ya que en el fondo sabía que igual constituía una carga, pues alteraba todo el quehacer familiar con tenerlo a él en su hogar.

 

Continúa…